
Microbiota y Mente: El Eje Intestino-Cerebro que Está Redefiniendo la Práctica Clínica
15 de mayo de 2025¿Y si la inflamación fuera la chispa que mantiene encendido el fuego de la enfermedad?
Todos hemos atendido pacientes cuyo cuadro clínico parece un rompecabezas. Algo no encaja: fatiga persistente, alteraciones metabólicas, marcadores ligeramente elevados, síntomas inespecíficos. ¿Y si el denominador común fuera un proceso inflamatorio silencioso, de esos que no se ven pero que están ahí, alimentando la enfermedad desde las sombras?
La inflamación crónica de bajo grado es como ese humo que no termina de extinguirse tras un incendio: no provoca grandes alarmas, pero lentamente deteriora la estructura. Es el factor subyacente en enfermedades cardiovasculares, metabólicas, autoinmunes e incluso neurodegenerativas. Detectarla a tiempo y modularla desde la Salud de Precisión es clave para cambiar el pronóstico de nuestros pacientes.
Inflamación crónica: ¿Por qué es tan difícil de detectar?
La inflamación clásica es fácil de reconocer: calor, enrojecimiento, dolor, hinchazón. Pero la inflamación de bajo grado opera en otro nivel: silenciosa, persistente y sistémica. Los pacientes pueden no tener síntomas evidentes, pero a nivel molecular, sus tejidos están sometidos a un bombardeo constante de citoquinas proinflamatorias, radicales libres y señales de daño.
¿Por qué pasa desapercibida? Porque sus marcadores no siempre superan los umbrales diagnósticos tradicionales. La PCR ultrasensible, el TNF-α, la IL-6 o la ferritina pueden estar “ligeramente” elevados, pero no lo suficiente como para encender las alarmas clínicas habituales.
¿Cuántos pacientes ves con analíticas normales y síntomas vagos? Tal vez su inflamación aún no es obvia, pero ya está haciendo su trabajo.
Claves para detectarla: ¿Qué marcadores buscar?
Si queremos encontrar al enemigo invisible, necesitamos mejores linternas. Aparte de los clásicos PCR ultrasensible e IL-6, hoy sabemos que otros marcadores aportan pistas:
- Homocisteína: elevada, es un indicador inflamatorio y de riesgo cardiovascular.
- Índice neutrófilo/linfocito (NLR): fácil de calcular y relacionado con inflamación sistémica.
- Ferritina: más allá del hierro, un agudo reactante de fase inflamatoria.
- Adiponectina/leptina: alteradas en inflamación metabólica.
- Glicoproteína acetilada (GlycA): marcador emergente de inflamación crónica.
Usar combinaciones de marcadores mejora la sensibilidad y especificidad para detectar inflamación subclínica antes de que cause daño estructural.
Las caras ocultas de la inflamación: ¿Qué enfermedades la esconden?
La inflamación crónica no siempre se presenta como artritis o enfermedad inflamatoria intestinal. Puede estar escondida en patologías donde no la esperamos:
- Síndrome metabólico y resistencia a la insulina: incluso sin obesidad marcada, el tejido adiposo visceral puede ser una fuente de citoquinas inflamatorias.
- Depresión y ansiedad crónicas: estudios muestran niveles elevados de IL-6 y TNF-α en estos pacientes.
- Neurodegeneración (Alzheimer, Parkinson): inflamación microglial persistente acelera el deterioro neuronal.
- Enfermedades autoinmunes “latentes”: inflamación presente mucho antes de los brotes clínicos.
¿Estás valorando la inflamación en pacientes con síntomas poco específicos o marcadores en rango alto-normal?
Modular la inflamación: Estrategias clínicas integradoras
La buena noticia es que la inflamación crónica es modulable, y no siempre requiere tratamientos agresivos. En Salud de Precisión, el enfoque es integrativo y personalizado, combinando herramientas médicas y nutricionales:
- Nutracéuticos antiinflamatorios:
- Omega-3 (EPA/DHA): reduce IL-6, TNF-α, PCR.
- Curcumina: inhibe NF-κB, COX-2.
- Quercetina, resveratrol, ácido alfa-lipoico: antioxidantes y moduladores inflamatorios.
- Nutrición antiinflamatoria:
- Dietas basadas en alimentos reales, ricas en polifenoles, fibras solubles, antioxidantes.
- Disminuir ultraprocesados, azúcares y grasas trans.
- Estilo de vida:
- Actividad física regular (modula citoquinas).
- Reducción del estrés (mindfulness, sueño reparador).
La inflamación crónica es como un incendio lento: para apagarlo no basta con un extintor, hace falta retirar la leña (dieta inflamatoria), controlar las chispas (estrés) y reforzar el sistema de alarmas (nutracéuticos).
Conclusión: Mirar donde otros no ven, intervenir antes de que sea tarde
La inflamación crónica de bajo grado es uno de los grandes actores ocultos de la medicina moderna. No causa síntomas explosivos, pero mantiene encendida la mecha que alimenta enfermedades crónicas, metabólicas, neurodegenerativas e incluso autoinmunes.
Como profesionales de la salud, detectarla a tiempo e intervenir de forma personalizada puede marcar la diferencia entre gestionar síntomas o prevenir enfermedades. Hoy, el conocimiento está en nuestras manos. Y quizás, al mirar más allá de las analíticas “normales”, encontremos el verdadero origen de muchos cuadros que vemos cada día.
Porque a veces, el enemigo más peligroso es el que no puedes ver… pero sí modular.
Bibliografía destacada:
- Furman, D., et al. (2019). Chronic inflammation in the etiology of disease across the life span. Nature Medicine, 25(12), 1822-1832.
- Calder, P. C., et al. (2017). Health relevance of the modification of low-grade inflammation in ageing (inflammageing) and the role of nutrition. Ageing Research Reviews, 40, 95-119.
- Hansson, G. K. (2005). Inflammation, atherosclerosis, and coronary artery disease. New England Journal of Medicine, 352(16), 1685-1695.
- Khandaker, G. M., et al. (2015). Association of serum interleukin 6 and C-reactive protein in childhood with depression and psychosis in young adult life. JAMA Psychiatry, 71(10), 1121-1128.
- Tuttle, C. S., et al. (2020). The metabolic fingerprint of chronic low-grade inflammation in ageing: Results from the NuAge study. Frontiers in Immunology, 11, 202.